Centro de Terapia y Asesoramiento Psicológico Mónica Mateos planta

Mi pareja me ha dejado... ¿Y ahora cómo sigo adelante?

Y ahora… ¿cómo voy a vivir sin él/ella…?, ¿cómo es posible que se haya ido?, ¿cómo no me pude dar cuenta de lo que le estaba pasando? ¿cómo hago ahora para seguir con mi vida? ¿cómo…?.

Cuando se acaba una relación de pareja, especialmente cuando no hemos tomado nosotros la decisión, empieza un lento proceso de adaptación durante el cual vamos atravesando distintas fases, diversas emociones y pensamientos, hasta que, un día conseguimos asimilar e integrar todas ellas y aprendemos a vivir sin la otra persona. Es el proceso del duelo. Cualquiera que haya amado y perdido alguna vez, tiene que pasar, necesariamente, por la vivencia dolorosa de estos sentimientos, que comienza cuando la otra persona se va…

En un primer momento, nuestra mente se niega a darse cuenta, “se le pasará”, “esto es sólo una crisis pasajera”, “se dará cuenta de su error”, “si ve que he cambiado, volverá y estaremos mejor que antes”… es la fase de la negación. En esta fase, todavía no nos damos cuenta de que el otro se ha ido, seguimos sintiendo que formamos parte de una pareja, no decimos nada a los demás puesto que pensamos que todo se arreglará en un breve espacio de tiempo. Sin embargo, tras unas semanas, entendemos que sí que ha sucedido, que nos hemos quedado solos, y empezamos a sentir el dolor de la pérdida. Pérdida no sólo de la persona que queremos sino también de la vida que habíamos creado juntos: espacios compartidos, amistades, hijos, familia política, y planes que ya nunca se realizarán, al menos con esa persona. Intentar negar este dolor y no dejar que afloren nuestros miedos es un mecanismo de defensa comprensible, ya que nadie quiere voluntariamente pasar por esto.

Sin embargo, la tristeza tiene una función, y es la de retirarnos del mundo para poder hacer introspección y así analizar y poder entender lo que ha sucedido. Es el proceso de sanar las heridas emocionales. Familiares y amigos intentarán que salgas de tu tristeza lo antes posible, porque no desean verte sufrir; no es que sus sentimientos no importen, pero en estos momentos, has de cuidarte tú, y eso incluye tener la posibilidad de llorar y aislarte para estar contigo mismo. Junto con la tristeza se alternan períodos de rabia. Rabia hacia el otro, la situación de desamor, e incluso rabia contra uno mismo. La rabia sirve para hacernos salir del estado de culpa y tristeza, nos moviliza. Bien empleada, nos estimula a enfrentar la realidad y buscar la salida a nuestro dolor. Mal gestionada, nos sume en deseos de venganza que pueden provocar daños irreparables, tanto en el otro como en nosotros, por no mencionar a las posibles víctimas colaterales, como son los hijos en común.
Y, ¿qué podemos hacer nosotros para superar todas estas fases y salir indemnes del abandono?

En primer lugar, reconocer que la mayoría de nosotros hemos pasado por algún desamor, y muchos hemos salido más fuertes y empoderados que antes de la ruptura. Una de las cosas que debemos recordar es que se ha ido una persona a la que queríamos, sin embargo, nuestra capacidad de amar sigue entera. Con el tiempo y la sabiduría que aportan las pérdidas bien asimiladas, recuperarás las ganas de enamorarte, y descubrirás que es posible volver a confiar en otra persona.
Algunos puntos a trabajar:

  • Dedícate tiempo en intimidad. Recupera alguna actividad que te guste hacer en soledad, y que puede que hayas abandonado mientras empleabas el tiempo con tu pareja: leer, pintar, pasear, etc. Pasar ratos contigo mismo/a te ayudará a conocerte de nuevo; es frecuente que, tras una relación larga, nos hayamos desconectado de nuestros propios intereses o que hayamos cambiado durante este tiempo. Es el momento de reconectar con uno mismo.
  • Cuida la alimentación y haz algún ejercicio ligero. Aunque durante los primeros días o semanas, es habitual perder el apetito o por el contrario, comer en exceso, tomar alimentos sanos hará que nos sintamos con más energía, y el ejercicio nos producirá endorfinas para equilibrar el estado de ánimo.
  • Rodéate de buenos amigos: los buenos amigos son los que están dispuestos a escucharte con paciencia, los que entienden tus fluctuantes estados de ánimo, y seguir sus consejos te hace sentir bien. Generalmente, los consejos que te dará la gente son bienintencionados, pero también son gratis para ellos, y a ti te puede costar caro seguirlos (como los que alientan sentimientos de venganza o los que te dicen que te busques otra pareja sin estar preparado/a).
  • Cuida tu imagen: tan pronto como puedas, sal de tu papel de víctima abandonada y procura presentar a los demás y sobre todo a ti mismo/a tu mejor versión. Esto hará que tu autoestima mejore.
  • Establece prioridades; haz una lista con todas las cosas que te importan: familia, trabajo, amigos, estudios, cultura, etc. Y dedícales tu atención. Durante los primeros meses te costará centrarte o disfrutar con ellos del mismo modo que lo hacías antes, pero poco a poco, volverá a interesarte igual o más que antes.
  • Busca nuevas formas de disfrutar tu tiempo libre: ahora es el momento de retomar actividades o de probar cosas nuevas. Esto te ayudará a confiar más en ti, en entender que la vida es un cambio permanente, y, si es una actividad social, a conocer nuevas personas.
  • Por último, si tras las primeras semanas no puedes dormir bien, o no recuperas el apetito, o no dejas de llorar, es posible que necesites acudir al psicólogo, para que te acompañe adecuadamente durante el proceso y puedas continuar con tu vida de la manera más saludable posible.
0
Feed

Dejar un comentario

© 2024 CENTRO DE TERAPIA Y ASESORAMIENTO PSICOLÓGICO MÓNICA MATEOS Todos los derechos reservados
Producido por BeeDIGITAL